Las ikastolas, un proyecto de futuro
Ikastolak, etorkizuneko proiektua
Las ikastolas, un proyecto de futuro
Artículo de opinión 2025eko otsailaren 11 - Berria.eus
Tasio Erkizia eta Josu Txapartegi
Tanto en el Estado español como en el francés, de forma oficial y legal, sólo se reconocen dos tipos de escuelas: las privadas y las públicas administrativas. Así era durante el franquismo y así sigue hoy en día. Mientras tanto, en muchos barrios y pueblos de Euskal Herria, padres y profesores han creado otro modelo de escuela: la vasca, extendida a todo el territorio, abierta e inmersa en la cultura vasca. Con errores y carencias, pero los movimientos de las ikastolas, desde su origen, son proyectos creados desde el pueblo y al servicio del pueblo. Los que han sido gobernados y desarrollados de forma comunitaria. Ciudadanos, integradores y abiertos.
El movimiento de las ikastolas nunca se ha considerado privado. Es más, las administraciones públicas, tanto en la CAE como en otros territorios, siempre han desarrollado relaciones propias y específicas con este movimiento. No se les ha considerado privados, pero esta Administración no ha tenido capacidad político-jurídica y quizá tampoco mucha voluntad de dotarles de una personalidad jurídica propia adecuada a esa realidad diferente creada por los ciudadanos. Y lo ha hecho lo más sencillo: copiando el esquema que utilizan tanto el Estado español como el francés, los ha incluido en el conjunto de lo privado.
Así, siguiendo el esquema del pueblo dominado, se renuncia a tener un modelo educativo propio. Si el pueblo ha creado un tipo de escuela propio, ¿por qué no se acepta esta singularidad? Si los hay, ¿por qué en Euskal Herria no se reconocen tres tipos de escuelas: públicas, privadas e ikastolas? ¿Por qué se quiere eliminar, rechazar o negar ese modelo educativo construido por voluntad popular, obligando a llamarlo privado? Es muy significativo lo que dijo Fernando Buesa, cuando era consejero de Educación del Gobierno Vasco, tras la nueva Ley de Educación de 1993: "A partir de ahora no hay ikastolas, sino colegios públicos y privados" (27-05-1993). Evidentemente, el objetivo de la ley — como criticamos entonces en la calle y en el Parlamento de Vitoria — no era renovar la escuela pública, sino debilitar el movimiento de las ikastolas, obligándolas a ser privadas.
Las ikastolas siempre han estado dispuestas a tener escuelas abiertas, asumiendo los índices de vulnerabilidad necesarios para tener las puertas abiertas para todos y, por supuesto, para cumplir con las orientaciones generales de la administración. Al mismo tiempo, la comunidad escolar de las ikastolas es plural y equilibrada, garantizando la participación de alumnos, profesores y padres, y así, aunque la administración no tenga su propiedad, conformando todos los requisitos para que sea pública. El tema es que el público comunitario, ese modelo que nosotros siempre hemos llamado ciudadano, no lo quieren desarrollar las instituciones y en su lugar nos quieren obligar a dar por bueno el modelo español o francés. Y las ikastolas, con toda la razón, exigen un modelo propio.
Las ikastolas y las escuelas públicas no son enemigas entre sí, sino complementarias. Hay que avanzar en la colaboración entre iguales. Nadie sobra. Es un gran error, por matriculación, propiciar una competencia estéril entre ambos cuando la colaboración y el apoyo entre ambos es imprescindible. Necesitamos los dos modelos y tenemos que trabajar en los dos para que mejorando uno y otro nos integremos en un modelo público comunitario. Somos un pueblo dominado, sin personalidad jurídica, dividido y moribundo y, en estas circunstancias, no podemos seguir picoteando en un terreno educativo tan importante para el desarrollo del futuro.
La situación que vivimos es especialmente compleja y, por tanto, son tiempos para tender puentes. De cara al futuro tenemos unas apuestas increíbles, no sólo porque tenemos que adaptarnos a la era de las nuevas tecnologías, sino porque los retos sociales que nos plantea la sociedad también son cada día más difíciles.
Y, en consecuencia, la participación social es más necesaria que nunca para que la educación cumpla bien su función. Dinamizar la comunidad escolar en su conjunto (padres, alumnos y profesores) es una tarea titánica que nos exige aumentar la implicación de la sociedad. En este campo, como se pueden encontrar experiencias bastante positivas en el seno del movimiento de las ikastolas, es un agente que puede aportar algo positivo.
Tenemos las ikastolas necesarias. No sólo en Iparralde o Navarra, sino en los siete países. «Las ikastolas no son tesoros del franquismo, lo de las ikastolas es un modelo de escuela que todavía hoy hacen su aportación. Y como nación un proyecto ciudadano de futuro extendido a los siete países. En muchos casos, reforzando su condición de pueblo templado e impulsando el trabajo comunitario para activar la participación de padres y madres y colaboradores. Es hora de promover dinámicas internas y planificar la colaboración con la Escuela Pública, rechazando complejos. El movimiento de las ikastolas tiene mucho que innovar y actualizar, por supuesto, pero en Euskal Herria sigue siendo una aportación transformadora.
* El texto original está escrito en castellano. Esto es una traducción.